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Los verdaderos héroes son las familias de los donantes

Amelia
beneficiario de hígado
Kentucky
"Los verdaderos héroes son las familias de los donantes. Yo lo veo de esta manera: existía la posibilidad de que sean dos tragedias, pero la familia de mi donante convirtió su tragedia en una bendición. Estaré eternamente agradecida". - Amelia

La firme voluntad, la determinación y el milagro de la donación de órganos evitaron que una enfermedad frustre los sueños de una joven mujer.

"Durante toda la secundaria sabía que algo no estaba bien, pero no quería preocupar a mis padres. Todo lo que quería era ser una adolescente normal, graduarme de la escuela secundaria y asistir a la Universidad de Kentucky. Supongo que se puede decir que fui una buena actriz", nos contó Amelia.

Amelia se graduó de la escuela secundaria. "En la graduación, recuerdo haber pensado que era un milagro que yo estuviese viva". Sin embargo, ella todavía guardaba silencio acerca de los síntomas y tiempo después se enteró que los mismos se debían a una enfermedad hepática.

La semana antes de partir hacia la Universidad de Kentucky, Amelia ya no podía ignorar que algo estaba mal. "Empecé a tener un terrible dolor de estómago y cuando desperté una mañana ya no podía caminar y mi piel estaba amarilla". Una biopsia de su hígado reveló que tenía cirrosis. "Solo recuerdo sentirme muy avergonzada", dijo Amelia. "¿Cómo puedo tener cirrosis? ¡Nunca bebí! Después de la conmoción inicial, todo lo que me preocupaba era si podía ir a la universidad".

Los médicos de Amelia no estaban seguros de si ella podría asistir a la universidad. Pero nada detendría a esta chica de Kentucky. Sus padres ayudaron a Amelia a mudarse a su residencia dos días después de su biopsia y pudo terminar con éxito su primer semestre. "Cuando volví a casa para la Navidad, los médicos me dijeron que mi enfermedad había progresado y debía ingresar a la lista de espera de trasplantes. Pensé que sería una espera de seis meses. Yo no tenía ni idea. La parte más difícil de todo este proceso no es la recuperación, es la espera".

Al volver a la escuela, Amelia tomó un curso completo y clases de verano. Tenía miedo de no vivir para ver la graduación, pero lo hizo. "Estaba involucrada en todo. Promoví el Desafío de fomentar la donación de órganos y tejidos en dos campus".

Después de pasar cuatro años y medio en lista de espera, Amelia recibió la llamada telefónica con la noticia de que había un donante de hígado disponible. "Tuve mucha suerte de seguir viva hasta ese momento. El problema de esperar un órgano es que al haber otros órganos afectados, muchas cosas son las que pueden salir mal". El trasplante de Amelia llegó justo a tiempo.

"Los verdaderos héroes son las familias de los donantes. Yo lo veo de esta manera: existía la posibilidad de que sean dos tragedias, pero la familia de mi donante convirtió su tragedia en una bendición. Estaré eternamente agradecida".

Amelia le escribió a la familia de su donante y la organización de procuración de órganos reenvió la carta. "Tuve que esperar, pero finalmente recibí una respuesta de la madre de mi donante. Ella me dijo que su hijo era una persona servicial y amable con las personas, y si había alguna manera de ayudar a los demás,  sin duda, él así lo haría.

Actualmente, la madre del donante de Amelia tiene una foto de Amelia junto a la de su hijo.

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