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94 pisos y una historia asombrosa

Steve
beneficiario de pulmones y riñones
Illinois
"Es un regalo increíble, y no existe límite de edad para la persona que puede donar y la que no".

Todos los años, Steve hace algo que pocas personas apenas considerarían: sube 94 pisos por las escaleras hasta la cima de Hancock Building en Chicago, todo en nombre de la caridad. "Se llama 'el ascenso por el Hancock'", dice, "y lo hago en honor a mi donante".

La hazaña de Steve es aun más impactante, ya que por muchos años luchaba simplemente para respirar. "Nací con fibrosis quística", explica. "Y durante los meses anteriores a mi trasplante, usaba oxígeno y estaba en una silla de ruedas. La terapia, solo para mantenerme con vida, era insoportable. Mis terapeutas me tenían que golpear repetidas veces el pecho durante cuatro horas, dos veces al día, para desobstruir mis pulmones. Me rompieron las costillas para mantenerme vivo".

Con solo unas pocas semanas de vida, Steve recibió el regalo de un trasplante doble de pulmones. Además, se enteró de que su donante era una mujer joven que era atleta universitaria. Muy agradecido por el regalo que le hicieron, se esforzó por estar en contacto con sus compañeros de equipo y mantener su recuerdo vivo.

Esos esfuerzos dieron como resultado un segundo regalo. Cuando Steve se enteró de que sus riñones estaban fallando, uno de los compañeros del equipo de su donante se convirtió en un donante en vida de riñón. Con tres órganos, ahora Steve bromea que se ha convertido en una sexta parte de un miembro del equipo universitario.

Cuando se le pregunta sobre cómo se siente al poder volver a respirar, Steve dice que es imposible responder, ya que nunca estuvo saludable en primer lugar. "Pasé años con un 10 % de la capacidad de mis pulmones", dice. "Al ver en los monitores del hospital que estaba respirando el aire del ambiente, por mis propios medios, en un 85 % de la capacidad de mis pulmones... enloquecí. Nunca pensé que respirar pudiera ser tan fácil, o que la vida pudiera ser tan buena".

Ahora, Steve trabaja con otros pacientes en lista de espera, y los ayuda a prepararse para la espera. "Les muestro que es posible", dice. Alienta a todas las personas a inscribirse como donantes, como él mismo lo ha hecho. "¿No quisiera usted, cuando deje este hermoso planeta, cambiar algunas vidas al marcharse?", él pregunta. "Es un regalo increíble, y no existe límite de edad para la persona que puede donar y la que no".

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