Imagínese tener apenas 30 años, ser madre de tres hijos y que le digan que necesita un riñón nuevo para ver crecer a sus hijos.
Eso es lo que le sucedió a C'Aira, una madre de Michigan con tres niños pequeños, a quien le dijeron que necesitaba diálisis y que con el tiempo necesitaría un nuevo riñón para vivir.
"Estaba aterrorizada", dijo C'Aira, que acababa de cumplir 30 años y cuyo hijo menor tenía solo 5 años. "Pensé que moriría y que mis hijos se quedarían sin madre así como así".
C'Aira preparó a sus hijos para la vida sin ella. “Hablé de muchas cosas, como, 'Si no estoy aquí, estarán bien'. Tuvimos conversaciones difíciles".
Cuando era adolescente, a C'Aira le diagnosticaron una enfermedad renal llamada nefropatía IgA. Para algunos, la enfermedad no causa problemas significativos. Pero para C'Aira y muchos otros, la acumulación de cierto anticuerpo en los riñones puede conducir a una enfermedad renal avanzada.
Durante varios años, su enfermedad estuvo bajo control y fue simplemente una molestia menor. Pero después de que nació su hijo menor, C'Aira desarrolló presión arterial alta y la salud de sus riñones se deterioró.
Para cuando llegó a los 30 años, la enfermedad renal de C'Aira avanzó hasta el punto que su médico le recomendó que se inscribiera en la lista nacional de espera de trasplantes. Luego, comenzó la diálisis renal.
C'Aira esperaba evitar una larga espera para encontrar una compatibilidad adecuada (el 85 % de las personas en la lista nacional de espera de trasplantes necesita un riñón) al buscar un posible donante de órganos vivo. Se corrió la voz entre su familia, amigos y extraños, preguntándoles si estarían dispuestos a donar un riñón a C'Aira, ya que la donación en vida puede reducir el tiempo de espera para encontrar un riñón compatible de un donante fallecido.
"[Debido a que] tenía anticuerpos adicionales, me resultó muy difícil ser compatible con un donante vivo", dijo. Mientras tanto, su cuerpo estaba dejando de funcionar, lo que la obligaba a tomar un descanso de su trabajo y perder cada vez más los ritmos de la vida diaria.
"Estaba agotada y sin energía. Tenía la hemoglobina muy baja. Estaba muy temblorosa y sin aliento ". Su novio tuvo que hacerse cargo de todo, desde cocinar y limpiar hasta cuidar a los niños y llevar a sus hijos de viaje para juegos de béisbol.
Se requería su diálisis en el hogar cada cuatro horas. La vida de C'Aira giraba en torno a la diálisis, las citas con el médico y los análisis de sangre. Tenía que evitar estar cerca de la gente para evitar enfermarse. "Fue muy agotador. Tenía náuseas. No podía comer. Estaba perdiendo peso".
Luego, dos años después de que le dijeran que no vería crecer a sus hijos, C'Aira recibió una llamada que le cambió la vida. Había un riñón compatible disponible de un donante fallecido. Ella fue al hospital ese día y recibió su riñón nuevo.
"Me desperté y estaba como, '¡Gracias a Dios, estoy viva!'", dice ella. Si bien sus médicos dijeron que es posible que aún necesite diálisis y tiempo para que el riñón funcione, se sorprendió gratamente de que comenzara a funcionar de inmediato. "¡Me sentí mejor casi al instante!", recuerda.
¿Y cómo se siente semanas después del trasplante de órgano? "Me siento genial", dice C'Aira. "Volví a limpiar mi casa y a hacer las cosas simples, que la gente da por sentado, como cocinar para mis hijos y llevarlos a la escuela y a las prácticas. Todavía no puedo ir a los juegos porque mi sistema inmunitario todavía está bajo. Pero volví a mis otras tareas".
"Es como si literalmente me hubieran devuelto la vida", dice C'Aira. "Mis hijos están agradecidos. Mi familia está agradecida. Yo estoy agradecida".
Al registrarse como donante de órganos, podría ayudar a las madres jóvenes u otras personas a vivir una vida plena. Inscríbase hoy como donante de órganos, córneas y tejidos.