Justo antes de su segundo año de la escuela secundaria, Adrianne se sometió a un examen físico con su pediatra para que le diera el visto bueno para jugar al sóftbol. Adrianne no obtuvo el visto bueno, sino que le diagnosticaron una miocardiopatía restrictiva.
En otras palabras, el lado izquierdo de su corazón no funcionaba correctamente para bombear sangre al resto del cuerpo. La noticia fue inesperada.
"Suele presentarse en bebés y ancianos", dice Adrianne, que creció en Lexington, Kentucky. "Entonces, creo que las probabilidades de recibir este diagnóstico a los 15 años de edad eran de una en un millón".
Un cardiólogo local confirmó su diagnóstico. Lo que el médico no le dijo a Adrianne, pero sí a sus padres, fue que necesitaba un trasplante de corazón.
Lo único que Adrianne sabía era que tenía que dejar de hacer deporte y tomar un medicamento, un diurético. "Tomaba la misma medicación que mi abuela cuando tenía 15", se ríe. Cambió el bate por la guitarra. "Las cosas no parecían tan graves en mi mundo en ese momento. Pensaba 'Está bien, como sea'".
Sin embargo, sus padres estaban preocupados. Ese mismo otoño llevaron a Adrianne a Boston para pedir una segunda opinión a un experto. Aunque estaba de acuerdo con el diagnóstico, no creía que Adrianne necesitara un trasplante de corazón a corto plazo. Fue entonces cuando Adrianne se enteró de que necesitaría un trasplante en el futuro.
Aun así, se sentía bien y le parecía bien que controlaran su condición un par de veces al año. "Yo pensaba que tal vez me harían un trasplante de corazón a los 40 años", recuerda. Adrianne terminó la escuela secundaria, fue a la universidad y, solo unas semanas antes de graduarse, se sometió a un ecocardiograma y a un cateterismo cardíaco.
A los 23, de repente las cosas se pusieron serias para Adrianne. "El residente que me hacía el ecocardiograma dijo: 'Tienes la aurícula izquierda más grande que he visto'". La internaron en el hospital, donde permaneció un mes hasta que consiguieron un corazón de donante.
Adrianne recibió un corazón nuevo una semana antes de la Navidad de 2016. Y no hay día en que no piense en su donante, Lauren, una adolescente de Pennsylvania que le donó su corazón.
"Literalmente tengo en el pecho el recordatorio constante de que estoy aquí gracias a otra persona", agrega.
"Pienso en ella todo el tiempo", escribió Adrienne en una carta al padre de Lauren. "Me pregunto si una acción noble es mía o de ella. No dejo de pensar en que su hija es el sol y yo soy la luna que toma prestada la luz. Con cada gran cosa que hago, siento que ella es la estrella porque es la razón por la que estoy aquí y haciendo eso".
"Terminé la universidad, pero me he desviado de la carrera que estudié y empecé a dedicarme a otro ámbito que me parece más merecedor de este regalo", dice Adrianne. "Ahora trabajo con la donación de órganos, y cada día siento un poco más de propósito que el anterior".
Adrianne se trasladó a North Carolina para trabajar como auditora interna de calidad en HonorBridge, la OPO más grande del Estado de Tarheel, y le va bien. "No me veo haciendo otra cosa", dice. "Me encanta".
Usted también puede cambiar el rumbo de la vida de alguien para bien. Conozca más sobre el registro de donantes de órganos, córneas y tejidos.