Robert, el excapitán del equipo de fútbol de su escuela secundaria, llegó a casa un fin de semana después de su primer semestre en la universidad y se quejó de dolor de cabeza. Ese sábado por la tarde, el joven de 18 años tuvo una convulsión. Lo llevaron de urgencia al hospital y le dijero a sus padres que tenía un aneurisma cerebral. Se lo operó para detener la hemorragia. Fue una situación tensa por unos días. Pero el Día de Acción de Gracias, el neurocirujano les dijo a los padres de Robert que su hijo tenía muerte cerebral.
Su madre, Maria, no podía entenderlo. Robert era joven, animado y un atleta. "Se preocupaba por la gente", dice Maria, y añade que su sueño era trabajar con las Naciones Unidas.
Mientras lidiaba con la noticia, alguien mencionó la donación de órganos.
"Nunca habíamos oído hablar de la donación de órganos", recuerda Maria. "Me volví loca en ese momento. Dije que no porque no tenía idea. Como madre, es difícil saber que tu hijo te dejará para siempre".
Fue su esposo quien la convenció de lo contrario. "Doy gracias a Dios por haber dicho que sí, ya que Robbie pudo salvar cinco vidas".
Un hombre de Long Island recibió el corazón de Robert, un hombre cuya familia creció muy unida a la familia de Robert. Otro hombre de Cape May, NJ recibió uno de los riñones y el páncreas de Robert. Las dos familias se reunirían anualmente durante varios años. Un hombre de California recibió el otro riñón de Robert. Un hombre en Virginia recibió ambos pulmones de Robert.
"Su vida no fue en vano, algo hizo", dice María. "Estoy muy feliz de que todos los destinatarios hayan podido vivir un poco más para ver a sus nietos, casarse o tener hijos. Me siento muy, muy orgullosa de Robert hasta el día de hoy".
El espíritu solidario de Robert sigue vivo en muchas otras personas, incluida su madre, quien se ha convertido en una gran promotora de la donación de órganos y trabaja con NJ Sharing Network. Ha estado activa en su comunidad, hablando sobre la importancia y los beneficios de la donación de órganos. Maria asesora a familiares de habla hispana que han perdido a un ser querido, participa en caminatas, recaudaciones de fondos, ceremonias de premios y otras actividades que recuerdan a su hijo y concientizan sobre la donación de órganos.
Después de 25 años, Maria está agradecida por conocer y conectarse con tantas personas como resultado de la decisión desinteresada de su hijo y su familia de dar vida a otros.
"Nos ha ayudado a sanar porque estamos muy involucrados con los demás", dice María. "Me dejó un legado y me dejó trabajo por hacer hasta el último día que esté en este mundo también".
Usted también puede dejar un legado mucho después de su muerte. Conozca más sobre el registro de donantes de órganos, córneas y tejidos.