Robin, quien prefería que le dijeran Junior, quería ser médico, concretamente cardiólogo.
"Dijo que quería ser médico porque quería salvar vidas", cuenta Silvia, la madre de Junior. "Quería ser cirujano y me dijo: 'Mi órgano favorito es el corazón'".
Junior era extrovertido, enérgico y le encantaba la ciencia. Asistió a una universidad comunitaria en el norte de Virginia con la intención de transferirse a la Georgetown University.
Pero la vida de Junior no resultó como él o su madre planearon.
Una noche de fines de octubre de 2017, Silvia recibió una llamada que ningún padre quiere recibir. Alguien del departamento de servicios de emergencia del condado llamó y dijo que Junior estaba en el hospital y que sería mejor que fuera rápido "ya que su hijo no está bien", recuerda Silvia que le dijo la persona.
Junior se había caído desde varios pisos desde un estacionamiento. Silvia acudió rápidamente al hospital, donde le dijeron que su hijo tenía daño cerebral.
"No escuché el resto", dice Silvia. "Comencé a orar y no escuché nada más". Tres días después, a los 18 años, a Junior le declararon muerte cerebral. Le recordaron a Silvia que su hijo se inscribió para ser donante de órganos.
Aunque Silvia se inscribió como donante de órganos cuando obtuvo su licencia, dice: "Fue muy diferente cuando mi hijo se inscribió como donante de órganos". En ese momento, tuvo más preguntas e inquietudes, y agregó: "No quería que le quitaran nada del cuerpo".
Silvia recobró la compostura y recordó un momento apenas dos meses antes, cuando llevó a Junior a obtener su licencia. Madre e hijo tuvieron una conversación cuando él marcó la casilla para convertirse en donante de órganos. Silvia le dijo: "Esa decisión la puedes tomar más adelante, no tienes que tomarla ahora".
Junior le aseguró que si le sucedía algo, quería poder salvar la vida de otras personas. Con ese recuerdo en mente, Silvia dijo: "Bueno, él quería salvar vidas. Entonces acepté y respeté su voluntad".
Junior donó los riñones y pulmones, el hígado, páncreas y corazón a pacientes necesitados y se recuperaron los intestinos para investigaciones. En dos casos, varios órganos se destinaron a un solo receptor. Donó tejido que se utilizó para mejorar decenas de vidas. Sus donaciones beneficiaron a personas de entre 6 y 63 años.
Silvia conoció al señor de 49 años que recibió el corazón de Junior. "No puedo describir mis sentimientos cuando lo conocí y supe que el corazón de mi hijo estaba en él y le estaba dando vida", dice Silvia. "Estoy muy orgullosa de mi hijo, muy orgullosa de su visión, y él entendió más que yo acerca de la necesidad de la donación de órganos. Sabía lo que estaba haciendo".
A Silvia le encanta compartir la historia de Junior y lo hizo en radio, televisión y en conversaciones cara a cara.
"Me da paz", dice. "Estoy feliz de saber que tienen una parte de él y que todavía están vivos gracias a Junior y su decisión".
Usted también tiene el poder de salvar vidas. Conozca más sobre el registro de donantes de órganos, córneas y tejidos.