Cuando nació la pequeña Talea, su madre Lakisha la llamó "bebé milagrosa". Una y otra vez, Talea le demostró a su madre que tenía razón.
El primer milagro ocurrió cuando Talea era apenas una niña pequeña. Su madre y un cuidador notaron que a Talea parecía que no cumplía con los hitos. Una visita a un hospital infantil descubrió el motivo. Uno de los hemisferios del cerebro de Talea estaba profundamente dañado y tenía parálisis cerebral. Los médicos predijeron que la niña no viviría más de 5 años. Pero Talea los sorprendió a todos al vivir hasta los veinte años.
A medida que crecía, por supuesto, tuvo que enfrentar problemas de salud. Pero con amor y mucho trabajo, Talea no solo sobrevivió, aprendió a caminar y hablar, fue a la escuela, participó en concursos de ortografía y hasta se graduó de la escuela secundaria. Compartía risas con su madre, le encantaba cocinar y bailar y disfrutaba cuidando niños. "Era la persona más divertida y tenía los ojos más bonitos", recuerda su madre.
En realidad, el último día de Talea comenzó con otra tristeza. Esa mañana, la familia se enteró de que la bisabuela de Talea había fallecido. Cuando se difundió la noticia, los familiares hicieron arreglos para reunirse. Talea fue la primera en llegar a casa. Pero cuando los demás llegaron, se sorprendieron al encontrar a Talea inconsciente. Había sufrido una gran convulsión.
La familia llevó a Talea al hospital, pero ya era demasiado tarde. Cuando Lakisha llegó a ver a su hija, sabía que no se podía hacer nada. Talea tenía muerte cerebral. Su cuerpo estaba conectado a soporte vital, pero la "bebé" de Lakisha ya no estaba.
Lakisha se quedó paralizada; apenas recuerda lo que pasó después. Pero ella sabía en su corazón que la vida de Talea podría ser una bendición para otros: como donante de órganos. Desde muy joven, Lakisha había creído en el poder de la donación de órganos. Entonces, cuando un representante de New Jersey Sharing Network le preguntó si Talea podría convertirse en donante de órganos, Lakisha habló con su familia y dijo: "Mil por ciento sí".
El día de la donación en el hospital fue profundamente conmovedor. La familia eligió una canción para tocar mientras el cuerpo de Talea era acompañado a la cirugía. Era una de sus favoritas, "Take Me to the King". Con la donación del corazón, riñón e hígado, Talea salvó la vida de tres personas.
Lakisha valora saber que una parte de la vida de su hija sigue viva en los demás. Y encontró un propósito nuevo al seguir honrando a Talea.
Participa en caminatas de 5K por la donación de órganos. Ha hablado con el personal del hospital sobre la experiencia de ser madre donante. Mantiene registros de donantes en las universidades y anima a las personas a hablar con sus familias. "Dígale a su familia 'Quiero marcar una diferencia en el mundo'", aconseja.
Lakisha también participó en dos Transplant Games of America y la experiencia le pareció transformadora. En los últimos Games, participó en el evento Lyrics for Love y cantó una canción para su "bebé y todos los demás niños que habían hecho la transición". Su canción era "The Greatest Love of All."
La familia de Lakisha continuó siendo tocada por la necesidad de donación de órganos. Poco después del fallecimiento de Talea, la hermana de Lakisha, Tabitha, entró en la lista de espera de trasplante. Tabitha necesitaba un trasplante de intestino. Lamentablemente, no lo recibió a tiempo.
Estos milagros y tragedias familiares han reforzado el compromiso de Lakisha de informar a la gente sobre el poder de la donación de órganos. "Dios no nos dio estos órganos para que los enterráramos con nosotros", dice. "Él nos los dio para que podamos continuar la vida para los demás". Tal como lo hizo su bebé milagrosa, Talea.
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