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Un camino de honor para Dalton

Dalton
Donante de órganos
New York
"Cuando nuestra familia comenzó el Camino de honor, le siguieron los coros y sus voces retumbaron en los pasillos". - Dexter, padre de Dalton

Un lunes por la mañana, Dexter Criss recibió una llamada del hospital. Su esposa, Barbara, y su hijo, Dalton, quien en menos de una semana comenzaría el primer año de la universidad, habían tenido un terrible accidente automovilístico. Al principio, parecía que su hijo estaba bien y su esposa, más grave. Pero a medida que pasaban las horas, la situación cambió.

Esa noche, cuenta Dexter, parecía que "mi hijo, que acababa de cumplir 18 años, iba a morir".

Dalton sufrió una lesión traumática en el tronco encefálico y estaba conectado a un respirador artificial. Mientras él estaba en una habitación y su madre, en coma, a dos habitaciones de distancia, su padre habló con un representante de la donación de órganos. El representante le mostró la licencia de conducir de Dalton.

Al ver que su hijo se había inscrito como donante, Dexter sonrió por primera vez desde el accidente. Recordó cuando Dalton, a los 15 años, investigó sobre la donación de órganos para asegurarse de inscribirse cuando obtuviera su licencia.

Después de eso, su padre supo que hacer. "Íbamos a respetar los deseos de Dalton".  Le dio un sentido de propósito a la tragedia. Ese no sería el final de Dalton: sería una transición.

Familia y amigos visitaron el hospital para despedirse de Dalton. Fue entonces que los representantes de donación sugirieron el Camino de honor, una ceremonia de respeto donde las personas se reúnen en los pasillos del hospital y se traslada a un donante a la habitación donde comienza la cirugía de recuperación.

Al saber que Dexter digiría muchos coros de góspel, uno de los representantes sugirió invitar a los miembros del coro para que cantaran durante la ceremonia. "¿Cuántos puedo traer?", preguntó él. "A todos", respondió. Con lágrimas de tristeza y alegría en los ojos, Dexter dijo: "De acuerdo, ¡pero fue tu idea!"

El Camino de honor se realizó el jueves. Esa mañana, llegaron tantas personas que tuvieron que extender la procesión por todo el hospital. Mientras la familia de Dalton lo escoltaba desde su habitación hasta la habitación de su madre y por los pasillos del hospital, le siguieron los coros combinados, sus voces llenando el lugar. Entre doscientas y trescientas personas (compañeros, familia, amigos y trabajadores del hospital) se formaron junto a la pared para la despedida de Dalton.

Dalton salvó y mejoró la vida de más de 50 personas. Donó su corazón, hígado, córneas, riñones, intestinos y tejidos. Para su familia, el camino nunca termina y el viaje de sanación continúa. Hasta el día de hoy, Dexter espera comunicarse con el beneficiario del corazón para que esté allí cuando se case Danielle, la hermana de Dalton.

Dexter, Danielle y Barbara, quien está casi recuperada, quieren que el mundo recuerde a su hijo y hermano pequeño como la clase de persona que era: un gigante amable, querido por todos y muy popular. Una persona con un don para comunicarse y conectarse. La gran sonrisa de Dalton era contagiosa.

"Dalton creía que el mundo podía mejorar y que él podía contribuir en ello". Dalton tenía razón. Como donante de órganos, su vida sigue siendo un regalo para honrar. Como dijo en su discurso de graduación: "Hicieron algo conmigo".

Se salvan más de 100 vidas por día gracias a la generosidad de los donantes de órganos y sus familias. ¿La vida de qué persona podría salvar? Inscríbase hoy como donante de órganos, córneas y tejidos.

La historia de Dalton es cortesía de The Center for Donation & Transplant de Albany, Nueva York.

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